martes, 16 de diciembre de 2014


Lima, ciudad hermana de Bogota. Una en la costa y otra en los andes, tienen esa historia que se confunde, con herencias a medio olvidar y atropellos humanos.

 Sebastian Salazar Bondy (1924-1965) escribió en 1964 un ensayo critico sobre su ciudad titulado Lima la horrible, pongo apartes de su ensayo.
Hace 427 años lima fue fundada. A lima le ha sido prodigada toda clase de elogios. Insoportables adjetivos de encomio han autorizado aún sus defectos, inventándosele así un abolengo que obseca la indiferencia con que tantas veces rehuyó la cita con el dramático país que fue incapaz de prescindir con justicia. 
La epoca colonial, sin la imaginable tensión entre amos y siervos, extranjeros y aborígenes, potentados y miserables, es una droga alucinógena que la multitud ha ingerido sin mayor recelo durante una centuria. De ahí a nuestros días, la retórica ha ornamentado el cuento a gusto del colonizador y su heredero. Y ha sido Ricardo Palma su mas afortunado difusor.

El caos civil, producido por la famélica concurrencia urbana de cancerosa celeridad, se ha constituido, gracias alboroce capitalino, en un ideal; el embotellamiento de vehículos en el centro y las avenidas, la ruda competencia de buhoneros y mendigos, las fatigadas colas del alojamiento, los paniegos debido a las tuberías que estallan, el imperfecto tejido telefónico, todos obra de la improvisación y la malicia. Pero la mutación fue cuantitativa y superficial. El pasado que nos enajena está en el corazón de la gente. 
Con la llegada a nuestro continente de la idea de la propiedad y del propietario, aguarda cuidadosa del dinero, la hacienda y la honra destierro la confianza comunitaria que prevalecía. La casta que fundan los dominadores aisla a hombres de hombres -y consecuentemente a familias- y los enfrenta entre si aún en la existencia plural que la ciudad supone.  Es sin duda el sentimiento egoísta de propiedad privada el que determina el reciproco recelo, y eses misma fuerza, que se torna solidaria solo contra el enemigo de raza o clase, la que perdura entre nosotros casi invariable.

Si en efecto, en el casco central de la ciudad aproximadamente la mitad de las terrosas azoteas han sido remplazadas por los cubos de concreto de la edificación moderna, las barriadas populares chorrean paralelas al río desde los cerros erizaos y melancólicos el terrenal de miseria, y cercan por otros puntos la urbe con su polvo, su precariedad, su tristeza.

La palabra criollo designa muchas cosas: originalmente fue el apelativo otorgado a los hijos de los esclavos africanos nacidos en America; durante los años de la emancipación se llamaba así a los descendientes de españoles que alentaban sentimientos de nacionalidad; en ciertas circunstancias equivale a mestizode acá. Su significado actual es, sin embargo limeño -o, por extension,costeño que vive, piensa o actual de aacuerdo a tradiciones y costumbres nacionales, pero a condición de que no sean indigenas.

Esta tierra es muy suave, muy dulce, nada estéril y la fecundan largos rios de dolor. (Porfirio Barba Jacob)




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